No hay ataque sin una idea que lo sustente

Este artículo realmente será corto pero realmente para mí esta sesión relatada por Freud en la que expresa esta premisa: “No hay ataque sin una idea” resulta bastante revelador no sólo sobre éste tema sino de la manera en que abordaba sus terapias (Psicoterapia de la Histeria de Sigmund Freud):

“Al principio, sólo supo decirme que el primer acceso la sorprendió fuera de su casa, de la que había salido para hacer unas compras. «¿Qué iba usted a comprar?

«Varias cosas que necesitaba, creo, para asistir a un baile al que estaba invitada.» «¿Cuándo debía celebrarse ese baile?»

«Me parece que dos días después.»

«Entonces debió de suceder días antes algo que la excitó e impresionó a usted.» «No sé; de esto hace ya veintiún años.»

«No importa. Voy a colocar mi mano sobre su frente, y al retirarla pensará o verá usted algo y me lo dirá, sea lo que sea. Qué, ¿no se le ha ocurrido a usted nada?»

«Sí, he pensado algo; pero no tiene relación ninguna con nuestro tema.»

«Dígalo, de todos modos.»

«He pensado en una amiga mía que murió muy joven. Pero su muerte acaeció cuando yo tenía dieciocho años, o sea un año después.[del primer ataque]»

«Ya veremos luego eso. ¿Qué puede usted decirme con respecto a esa amiga?»

«Su muerte me conmovió mucho, pues nos profesábamos gran amistad. Semanas antes había muerto otra muchacha, y estas dos muertes inesperadas produjeron mucha impresión en la ciudad. Ahora recuerdo que, en efecto, tenía yo por entonces diecisiete años, y no dieciocho, como dije antes.»

«¿Ve usted cómo puede confiar en la exactitud de lo que se le ocurre cuando coloco la mano sobre su frente?

 “Ahora recuerde usted qué es lo que pensaba cuando le dio el ataque en la calle.»

«No pensaba nada. De repente sentí el vértigo, y nada más.»

«No es posible. No hay ningún estado de ese género que no vaya acompañado de una idea. Voy a poner de nuevo mi mano sobre su frente, y el pensamiento que entonces ocupaba su imaginación volverá a surgir en ella. Bien: ¿qué ha pensado usted?»

«Se me ha ocurrido: Ahora me toca a mí.»

«¿Y qué significa eso?»

«·Se conoce que al darme el ataque pensaba: Ahora voy a ser yo la que se muera.» Esta era, pues, la idea que buscábamos.

«Al darle el ataque pensaba usted en su amiga. Entonces, ¿es que su muerte le causó gran impresión?»

«Ya lo creo. Recuerdo ahora que cuando me dieron la triste noticia pensé que era terrible tener que ir a un baile estando ella muerta; pero tenía tanta ilusión por ir al baile y me entusiasmaba tanto haber sido invitada, que me propuse no pensar más en el desgraciado acontecimiento.»

(Obsérvese aquí la expulsión voluntaria del suceso de la consciencia, represión que da al recuerdo de la amiga un carácter patógeno.)”

Sigmund Freud. Sigmund Freud: Obras Completas (biblioteca iberica) (Spanish Edition) (p. 311). Wisehouse Classics. Edición de Kindle.

No hay ataque sin una idea

En este relato encontramos dos cosas bien interesantes. La idea (pensamiento) que acompaña un ataque y que de una manera es la razón de ser del mismo aunque se encuentre en estado inconsciente y por otro y no menos importante la resistencia (en negrillas) de la consultante.

La primera negrilla nos muestra cómo ella refiere que el evento relatado sucede un año después del primer ataque como restándole importancia al evento en sí como posible origen (cosa que luego descubrieron que era un error de fechas)

Y en la segunda negrilla leemos “recuerdo ahora” lo que confirma que era un pensamiento olvidado, que no estaba presente y que es en el momento del análisis que lo recuerda. Este tipo de resistencia resulta típico en el análisis psicoanalítico como si el paciente procurara restarle importancia o credibilidad a la idea que se encuentra en el núcleo causando el ataque y la patología. Es como un intento de seguir estando si se puede decir así…

Ya habíamos hablado sobre los pensamientos Parálisis de Origen Psicosomático

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